lunes, 10 de noviembre de 2014

MONUMENTOS DESAPARECIDOS: LA CASA DEL MARQUÉS DE REVILLA


La Casa del Marqués de Revilla o del Arcediano don Antonio de la Vega fue una de las viviendas nobiliarias más importantes con las que contó la ciudad. Estaba situada en la calle Juan Mambrilla, nº 17, en los terrenos del actual Convento de la Enseñanza, en cuya entrada podemos ver la antigua fachada del “palacio”.

Alzado ideal de la fachada
Hacia 1546, el doctor don Diego García de la Gasca, hermano de don Pedro de la Gasca, contrajo matrimonio con doña Ana de la Vega, la cual debió de heredar, o era de su esposo, el Palacio, a menos que lo edificaran ellos mismos, que es lo más probable, porque la fecha de construcción que nos facilitan los datos artísticos coinciden con este acontecimiento. Ella cita sus casas principales de la calle de Francos “frente a las del Conde de Osorno”. Don Diego había sido oidor de la Chancillería y del Consejo de S.M., y a la muerte de su hermano don Pedro, le instituyó como patrono de la iglesia de la Magdalena. En el escudo de ésta hay dos cuarteles, el de la izquierda con león rampante y bordura de cuatro castillos, armas de los La Gasca; y en el de la derecha, trece roeles, que corresponden a los Dávila (del apellido del padre de los La Gasca), y el lema “Ave María”, de los de La Vega. Con estos mismos elementos se forma el escudo de la casa, rematado por corona del marqués, la del de Revilla, título que tuvo primeramente don Diego Gasca de la Vega y Dávila, por merced del rey Carlos II en 1693, a partir de cuya fecha pudo labrarse el escudo.

Ubicación de la Casa del Marqués de Revilla en el plano de Ventura Seco (1738)
A finales del siglo XVIII, la heredera de la casa se unió en matrimonio con el Conde de Cancelada y de Luces, de la familia de los Tovar, juntando sus descendientes los marquesados de Revilla y de Aguilares y los condados de Cancelada y de Luces. Su nieta, doña Francisca de Paula Tovar, casó con el general don Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués de Duero después de 1847. De ahí que los La Gasca, los Revilla, los Duero y los Cancelada hayan juntado sus sepulcros en la cripta de la Magdalena.
La casa fue construida a mediados del siglo XVI. Delante de su fachada, modificada a comienzos del siglo XVIII, se abría una pequeña plaza a la que también daba el vecino palacio de los condes de Osorno. El edificio constaba de un núcleo central organizado en torno a un patio columnado, al que se llegaba después de atravesar el zaguán, del que arrancaba una imponente escalera, la cual, posiblemente, señaló el tipo a la de Fabio Nelli y a otras que se repiten en Valladolid. Se formaba de tres tramos amplios con balaustres elegantemente torneados y columnillas en las esquinas. El sistema de iluminación de esta última procedía de tres grandes ventanales abiertos en la plaza alta, cuyos antepechos platerescos se hallaban decorados con relieves representando escenas mitológicas, y que pertenecían a un gran salón de columnas que a su vez comunicaba con un patio posterior, mediante tres ventanales con antepechos ornados con relieves similares. Ya en el siglo XVIII se pintaron unos preciosos frescos en el techo de la antigua sala de baile, con escenas profanas de la Rueda de la Fortuna y de la Fama. 

Escalera de la Casa
Relieves de los antepechos de las ventanas de la escalera
Asimismo, en su parte trasera, se disponían otros edificios, destinados a caballerizas y servicios y un espacioso jardín y huerta con noria. Precisamente para este jardín, en 1610, don Diego de la Gasca se concertó con el maestro de cantería Juan de la Lastra para que éste hiciese un estanque, obligándose al año siguiente el cantero Juan López de Vicuña a facilitar a Lastra toda la piedra necesaria -16 piezas– para el citado pilón “conforme a unos contramoldes que se me han entregado y conforme a una planta por donde se sacaron los contramoldes”.
En 1675 los maestros de obras y alarifes Francisco de la Torre y Antonio Bustamante reconocieron las casas vallisoletanas del regidor don Melchor Gasca de la Vega y Dávila “y habiendo entrado en ellas se halló… todos los corredores apoyados y desunidas las paredes y trece postes de ladrillo, sobre que están fundados, que están alrededor del patio, están, con las aguas, socavados”, estimándose que por el extraordinario riesgo que había de hundimiento era necesario reedificarlos. El corredor que servía de entrada y paso principal a la habitación de los cuartos principales se estaba hundiendo y peligraba también el edificio de dichos cuartos. Los tejados de los corredores eran de mala calidad y los antepechos se hallaban podridos, asimismo los suelos de las habitaciones que miraban hacia el jardín estaban también muy maltratados.

Para poner remedio a esta situación, ambos maestros estimaron que era necesario demoler los trece pilares de ladrillo y piedra que sostenían los corredores, volviendo a colocar en su lugar otras tantas columnas, de tres piezas, de piedra de Campaspero “con su basa y capitel de la orden compósita y voltear los arcos de ladrillo que les corresponden, no siendo en los rincones del paseo sino en las líneas rectas que hace el cuadrado”. Sobre las cinco columnas del lado de la escalera principal se asentarían otras cinco que sostendrían las carreras del tejado, disponiendo entre columna y columna antepechos de ladrillo, guarnecido de yeso fingiendo piedra, calculándose que el costo de su reparación ascendería a más de 2.000 ducados.
A comienzos del siglo XVIII la casa recibió notables mejoras. Así, Canesi afirma que don Diego Francisco Gasca de la Vega, hijo de don Melchor Gasca de la Vega y Dávila y alguacil mayor de la Inquisición y consiliario de la Universidad “mejoró mucho esta casa, adornándola de balcones, obra de mucha costa y grande lucimiento y fabricó el frontispicio de ella, por los años de 1714”.
Cuando se redacta el Catastro del Marqués de la Ensenada aparecen citadas las casas de Toribio Gasca de la Vega, marqués de Revilla, que por entonces era embajador de España en la corte de Parma y falleció en Nápoles en 1779 como ministro plenipotenciario ante aquella monarquía. La casa, en la que vivía su hermana doña Lorenza Gasca, marquesa viuda de la Vega, se describe como situada “en la calle de los Ánades, con bajo, principal y cochera, confrontado con la del Duque de Alba”; medía 48 x 57 varas (40,67 x 47,31 m.) y confrontaba con casa del duque de Alba (antes de los condes de Osorno), con el río Esgueva y con el Prado de la Magdalena.

Fachada del palacio embutida en los nuevos edificios del Colegio de la Enseñanza
La casa sufrió notables desperfectos con motivo del desbordamiento del río Esgueva en 1788, la parte posterior del palacio necesitó una profunda reconstrucción para la que facilitó traza de su fachada el arquitecto Francisco Álvarez Benavides, previo informe dado por el ingeniero don José Santos Calderón.
Del 25 al 27 de abril de 1801 se alojaron en este palacio los reyes de Toscana, Luis y María Luisa y en 1849 residía en él el obispo de la diócesis, don José Antonio de Rivadeneira, en tanto que otras dependencias se hallaban ocupadas por las oficinas de recaudación de contribuciones del Estado, efectuándose durante aquel año algunas reparaciones.
Finalmente, en 1851, siendo propietarios doña María Francisca de Paula Tovar y García, marqueses de Revilla, condesa de Cancelada, Lences y Villalbilla y su esposo el Capitán General don Manuel Gutiérrez de la Concha, I marqués del Duero, procedieron a la venta de esta casa, “conocida con el nombre de palacio de Revilla, compuesto de habitaciones altas, bajas, patio, pozo, corral, cocheras, huerta, caseta en la misma y aguas para su riesgo, que linda todo por una parte con casas que fueron del señor conde de Osorno, hoy de don José Prieto, por otra con calle de Ánades, que desde la de Francos se dirige al monasterio de Huelgas o iglesia de la Magdalena; por otra por callejuela de la casa de la Orden (de San Bernardo), hoy Colegio de Humanidades; por otra con camino del Prado que del puentecillo va a la Magdalena y por otra con el río Esgueva”, debido a que se hallaba en estado total de ruina necesitándose crecidas sumas de dinero para su indispensable reparación.

La Casa del Marqués de Revilla en un grabado de 1880
La vivienda fue adquirida por don Manuel Remírez y doña Francisca Longa en 75.000 reales, invirtiendo los marqueses de Revilla esta cantidad en otra casa, titulada de Cancelada, que “en este momento están destruyendo para edificar de nuevo casi desde su cimiento, por hallarse también ruinosa”, situada en esta misma calle de Francos (hoy c/ Juan Mambrilla) junto al puentecillo que existía al comienzo de la mencionada calle.
En 1879 el edificio lo compraron las religiosas de la Compañía de María, conociéndose su convento con el título de “La Enseñanza” por estar dedicada a ella la comunidad. En la última década del siglo XIX, con motivo de levantar la monumental iglesia del colegio, el palacio se destruyó parcialmente, modificándose sus fachadas y el patio principal. Durante el siglo XX se hicieron repetidas reformas, hasta llegar a la última que consistió en su definitiva destrucción interior; en la actualidad del antiguo palacio tan sólo subsiste la portada principal, los seis relieves de la escalera y galería posterior y las ocho columnas que estuvieron en el salón noble de la casa.
Por cierto, alguien de vosotros, hayais sido alumnos del Colegio de la Enseñanza o no ¿sabeis si se conservan esos preciosos relives?

Columnas supervivientes del salón noble de la Casa del Marqués de Revilla

BIBLIOGRAFÍA
  • MARTÍN GONZALEZ, Juan José: La arquitectura doméstica del renacimiento en Valladolid, Imprenta Castellana, Valladolid, 1948.
  • URREA, Jesús: Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid, IV Centenario Ciudad de Valladolid, Valladolid, 1996.

6 comentarios:

  1. Es asombroso que estemos destruyendo el tesoro artístico español.
    Parece que no aprendemos o no queremos aprender.

    ¿Díganme donde hay en España una escalera imperial así?

    Los relieves seguro que se han vendido, por lo que hay que recuperarlos ya.

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  2. Precisamente ayer me acordé de esos relieves y columnas de la piscina de mi colegio La Enseñanza, he buscado información en Internet y encontré su documento refiriéndose a ello. Yo lo conocí, estaban puestos en el muro de la piscina que hubo hace más de 20 años en el colegio, daban a la calle paraíso. Cuando reafirmaron el patio para hacer una grada y pistas de futbol-baloncesto, desaparecieron los murales y las columnas. A los niños nos llamaban la atención ya que nos parecían escenas diabolicas y daban miedo...o por lo menos curiosidad. Todo desapareció, roto o vendido no lo se...pero si una pena no conservarlo. ...más ahora que he leído la historia que tenían. Yo soy desde niña de la calle Juan Mambrilla , y conozco lo mal conservada históricamente que ha sido tratada. Un saludo.

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    1. Están en el patio de las Gracias el patio que van los pequeños de primaria

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  3. Muchas gracias por el artículo. He sido alumno de este colegio desde muy pequeño y apenas conocía su historia y como ha evolucionado. Si mal recuerdo, creo que esos relieves siguen guardados en un jardín interior junto al convento. Respecto a las columnas, sigue quedando alguna de ellas repartidas en los patios de recreo.
    Es una pena que se haya perdido ese palacio que tan bien describían antaño, aunque siga quedando en pie su fachada. Cada época se refleja así misma culturalmente.

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  4. Increíble articulo muy útil para la divulgación del patrimonio perdido de nuestra ciudad.
    En cuanto a los relieves que citas, es cierto que todos ellos no se conservan o al menos eso creo, sin embargo gran parte de ellos se encuentran repartidos en el llamado Patio de las Gracias. Lo mismo ocurre con las columnas, que algunas de ellas se encuentran repartidas por unas pequeños jardines del patio grande del colegio. También son llamativos los frescos que se conservan correspondientes al salón de baile ( actual biblioteca) que si no recuerdo mal, se dacia que eran del mismo autor que los del Pasaje Gutierrez.
    Gracias por ayudarme a descubrir pasajes de la historia de mi colegio hasta ahora desconocidos; enhorabuena por el articulo.

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  5. Me acuerdo perfectamente de esas columnas, entre en el colegio en 1957 hace 61 años,11 años.
    Las columnas estaban en la huerta,
    hacían como un porche cubierto que ahora lo ocupa la zona del colegio nuevo que continuaba hasta el Monferran y el teatro.
    También estaba en la huerta el cementerio de las monjas.

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