viernes, 29 de mayo de 2015

LA VIRGEN DE LA PIEDAD DE MOTA DEL MARQUÉS (ADRIÁN ÁLVAREZ, h. 1596)


En la iglesia parroquial de San Martín de la localidad de Mota del Marqués se halla una de las imágenes de la Piedad más bellas de la provincia. Su realización se le atribuye al escultor palentino, aunque vallisoletano de adopción, Adrián Álvarez (1551-1599); uno de los mejores representantes del Romanismo, movimiento que parte de los postulados finales del Renacimiento copiando las formas miguelangelescas (de Miguel Ángel Buonarroti). De “casta le venía al galgo” el oficio de escultor puesto que su padre fue el afamado imaginero palentino Manuel Álvarez y su madre Isabel Giralte, familiar del gran escultor Francisco Giralte. No es la primera vez que tratamos sobre Adrián Álvarez en este blog, pues ya se habló sobre él al explicar los retablos de Santa María de Torrelobatón y de la parroquial de la Asunción de Tudela de Duero.
Iglesia parroquial de San Martin, de Mota del Marqués
La presente Piedad (105 x 130 x 40 cms.), realizada en madera policromada se fecha a finales del siglo XVI ¿1596?, en el tránsito entre siglos. Fue concebida como escultura de retablo, puesto que es plana por detrás, lo que indica que en un principio no se pensaba darla una función procesional. Prueba de la devoción que se la rendía en el pueblo es la pintura exvoto del siglo XVIII en que se menciona un supuesto milagro de la imagen, también conservada en la parroquia. En la actualidad, este sentimiento sigue vivo, manifestándose sobremanera cada Viernes Santo, a la caída del sol, cuando sale en procesión.

Pintura exvoto del siglo XVII con la Virgen de la Piedad
El escultor nos representa a la Virgen sentada sobre unas piedras del Gólgota, con rostro dolorido ante la figura de su Hijo muerto, al que coge la mano izquierda y sujeta en alto la cabeza. Viste túnica, manto y toca –signo de edad y pena–. El Cristo se dispone tendido sobre una roca y no sobre el regazo de su madre como suele ser más habitual. Esta forma de interpretar el tema tiene antecedentes en el siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI (como por ejemplo, la Virgen de las Angustias de Arévalo atribuida a Pedro de Salamanca), aunque Émile Mâle considera que se extiende a partir del Concilio de Trento. En cualquier caso, supone la búsqueda de una representación más acorde con la lógica compositiva, si bien pierde la fuerza sentimental que aportaba la colocación del cuerpo de Cristo sobre el regazo de la madre.

Según Parrado del Olmo, “la escultura presente las formas correctas, aunque algo envaradas, propias de la escuela vallisoletana de finales del siglo XVI, con una tendencia a la corrección de las formas, como se aprecia en el movimiento suave de los paños de la Virgen o en la anatomía del cuerpo de Cristo, pero sometiendo a la imagen a cierta estilización rígida. Parrado del Olmo se la atribuye a Adrián Álvarez, por su parentesco muy cercano a la Virgen de la Angustias de la ermita homónima de Tordesillas, que documentó como obra contrata por este escultor en 1589. En cualquier caso, no puede excluirse una posible colaboración de Pedro de la Cuadra, escultor que debió de colaborar con Álvarez en sus años juveniles. El esquematismo de la obra recuerda composiciones de Cuadra, si bien éste resulta aún más rígido y esquemático en los grupos escultóricos de la Piedad que se le conocen. La escultura de mota del Marqués se puede fechar a partir de la citada fecha de 1589”.

La policromía es propia de finales del siglo XVI, con técnica de rajados en lo fundamental, completada con diversos detalles a punta de pincel. La túnica lleva motivos vegetales esgrafiados sobre fondo rosáceo, con un corazón con los siete cuchillos alusivos a los siete dolores de María, realizado a punta de pincel. El manto de fondo azul oscuro presenta motivos similares y emblemas marianos. Las orlas son roleos a punta de pincel sobre fondo de oro. La sábana y el paño del Cristo dibujan flores de oro sobre pintura de color ocre claro. Por último, sobre las piedras, se representan tallos vegetales y flores. El encarnado es a pulimento.

Su restauración aportó nuevos datos que han propiciado un mayor conocimiento de la obra. Arias Martínez ha reproducido y descifrado una inscripción que aparece en la base: “Izose esta echura el año de 1506 y se renobo el año de 1723 / siendo capellán Mayoor el sr. Dn Fernando de acebes ermosino / y fueron las devotas Catalina diez y mariana Diez y la estofo Manul / el Varreda y lombera Vecino de la Ciud(ad) de Valladold(olid), en esta billa de Lamotta / A diez dias del mes de Julio deste Presente año amen Jesús / antonio Barreda en la casa de Miguel Gómez que linda con la callexa de la Iglesia”. Esta información pone de manifiesto que la policromía no es la original sino una intervención dieciochesca a cargo del policromador Manuel Barreda y Lombera. Presenta una labor muy rica en las telas con motivos vegetales y emblemas marianos. La mención al año 1506 como fecha de inicia de la obra no puede admitirse como válida, por razones estilísticas evidentes. Arias contempla la posibilidad de que esta fecha respondiera a la iniciación del culto a esta devoción. Al hilo de esa teoría debemos tener en cuenta que era muy común el encargo de obras que volvían a repetir la misma advocación que se veneraba, llegando a reemplazare en la mayoría de los casos. Quizás pudieran estar trastocados los números y en realidad tratarse del año 1596; fecha, además, correspondiente con el estilo que exhibe la talla.

BIBLIOGRAFÍA
  • ÁLVAREZ VICENTE, Andrés y GARCÍA RODRÍGUEZ, Julio César: Dolor y Gloria, Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2006.
  • PARADO DEL OLMO, Jesús María: “Piedad”. En VV.AA.: Las Edades del Hombre. Remembranza, Edades del Hombre, Zamora, 2001.

1 comentario:

  1. ¡Preciosa! Muy interesante la entrada, tomo nota para una posible visita.Gracias compartir la información.
    Un saludo desde Barcelona.

    ResponderEliminar