miércoles, 15 de julio de 2015

LA CAPILLA DE SAN JOSÉ DE MAESTROS ENTALLADORES DE LA IGLESIA PENITENCIAL DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS


En la ciudad existían dos cofradías bajo la advocación de San José: una estaba radicada en la iglesia de Santiago y la componían maestros de obras; la otra tenía por sede la iglesia penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, y agrupaba a los carpinteros, ebanistas y otros artista relacionados con el oficio de la madera. Hoy hablaremos sobre la capilla que estos últimos poseían en el templo de la Virgen de las Angustias. Sobre su actividad no se tienen muchas noticias, pues no olvidemos que desde la pragmática promulgada en 1552 por Carlos V estaban prohibidas las Cofradías de Gremios, aunque esta de las Angustias debía mantener una cierta importancia, probablemente al amparo de la Penitencial, a la que aportaba diversas e importantes sumas.

La Capilla de San José, que se encuentra situada en el lado del Evangelio, la conforman un retablo y dos pinturas laterales. Antiguamente se encontraba cerrada por una reja. El retablo lo costeó, incluidas las imágenes, el entallador Antonio López, miembro de la cofradía, a cambio de que le permitieran tener entierro en la misma. Y, efectivamente, allí se encuentra sepultado junto a su mujer, una lápida así nos lo indica: “Antonio López, maestro entallador, y Doña Ysavel de Balcarcer y de Cancedo y San Martín, su muxer, vezinos desta ciudad, fundaron en esta yglesia de Nuestra Señora de las Angustias, una capellanía para parientes suyos de zinco misas rezadas cada semana con responso, que se an de decir en esta yglesia a las doze de los días de fiesta de guardar, los domingos y demás fiestas en el altar mayor los viernes, en el del Santo Christo, los savados en el de Nuestra Señora de los Cuchillos los lunes y juebes en la capilla de San Joseph Y el responso acavada la misa sobre su sepultura. Y se a de dar limosna por cada misa seis reales. Paso la escritura ante Manuel Alvares de Uría, escrivano de el numero y rentas desta ciudad en 19 de março año de 1689”. Ya figura en cabildo de 1677 que había hecho el retablo, pero en rigor las cuentas de lo gastado corresponden al año 1682. En toda esta obra se gastó la considerable suma de 18.915 reales. Estas son algunas de esas cuentas:

  • Retablo. El retablo de la capilla de San José de madera y dorado seis mil reales.
  • San José. La hechura de San José de bulto que está en dicho retablo quinientos reales.
  • San Antonio y Santa Teresa. Dos hechuras de bulto de San Antonio y Santa Teresa que están en dicho retablo setecientos reales.
  • Pinturas. Pintar dicha capilla y dos pinturas de San José a los lados dos mil reales.
  • Reja. La reja de dicha capilla a toda costa cien ducados.
  • Cajones. Dos cajones que están al lado del altar en que se guarda la ropa ciento y cincuenta reales.
  • Lámpara. La lámpara que está en la capilla de San José doscientos reales.

Aunque en ciertas ocasiones se ha pensado que el propio Antonio López pudo realizar el retablo, o bien dar su traza, no se pueden aceptar esas tesis; puesto que un entallador era un mero auxiliar del ensamblador, verdaderos artífices de los retablos, en lo concerniente a la decoración de los mismos. Pienso que el autor de este retablo fue el ensamblador Juan Guerrero, artífice poco conocido por el momento, pero del cual vamos teniendo con el tiempo más obras documentadas; las cuales nos lo van revelando como una de las personalidades más importantes de la retablística y del ensamblaje del tercer cuarto del siglo XVII. La razón principal para su atribución es su total semejante con el retablo frontero, el de la capilla de la Encarnación, obra ésta documentada del referido Guerrero. Todo en ellos es coincidente: soportes, distribución, decoración… Es curioso que son similares hasta en la concepción del banco con la inclusión de cuatro pequeñas pinturas.

El retablo consta de banco, cuerpo principal y el ático cerrado en semicírculo. Se emplean pilastras, grandes subientes, de frutos de gruesa talla hay en pilastras y entrepaños. Las dos hornacinas se orlan con marco de tarjetillas, formando codillo. En el banco hay pinturas del Niño de la Guarda, Niño Jesús de la Pasión, Inmaculada y San Antón. En la hornacina principal la imagen de San José (107 cms., sin peana, copia el San José de la Sagrada Familia de la Cofradía de Niños Huérfanos de la iglesia de San Lorenzo), copia de original de Gregorio Fernández, con policromía de picado de lustre. Porta vara y sierra, auténtico utensilio de carpintero, para que fuera más evidente el patrocinio. A los lados imágenes de San Antonio (67 cms.) y Santa Teresa (copia del original de Fernández del Carmen Calzado, 67 cms.). En la hornacina superior una Inmaculada, dentro de aureola de rayos, copia también de Fernández; pero de una excelente calidad, no como las otras dos. Me quedan dudas de si la Inmaculada fue realizada expresamente para el ático o bien fue colocada allí por la cofradía, habiéndose alterado, por lo tanto, su lugar de origen. Realizo esta suposición en base a tres hechos: el que tras de ella halla un marco que más bien parece haber resguardado un lienzo (siendo por lo tanto igual que el ático del retablo frontero, que también contiene una pintura); el pequeño tamaño de la imagen en comparación con el referido marco; y el hecho de que no figure en las referidas cuentas, cosa que sí que ocurre con las otras tres imágenes. De lo que no cabe duda es de que hubo dos manos que tallaron las esculturas: una muy diestra, que se ocupó del San José y, quizás, de la Inmaculada; y otro, bastante más torpe, de las de San Antonio y Santa Teresa. El retablo recobró su esplendor en el año 2002 tras la restauración llevada a cabo por los técnicos de la Fundación Gabarrón.

En las paredes laterales de la capilla hay dos lienzos realizados en 1668 por el prolífico pintor Diego Díez Ferreras, uno de los pinceles más importantes de la ciudad, junto con el de Andrés Amaya, en el último tercio del siglo XVII. Es un pintor un tanto contradictorio puesto que por lo general se nos muestra como un artista bastante diestro, pero que en ocasiones hace verdaderas chapuzas en cuanto a las composiciones y los tipos físicos. Ambos lienzos representan escenas de la vida de San José: uno se refiere al Hogar de Nazaret, donde el santo desempeña su función de carpintero. El otro representa la Muerte de San José, en la parte inferior de esta pintura figura un personaje de rodillas vestido de negro, que al parecer corresponde al retrato del propio Antonio López. Ambos cuadros tienen las mismas dimensiones (167 x 150 cms.).
El Hogar de Nazaret  representa a la Sagrada Familia en una escena de interior realizando sus quehaceres diarios. La escena se desarrolla en el taller de San José, y en ella vemos a San José entregado al oficio de carpintero, a la Virgen cosiendo, y al Niño Jesús jugando con San Juan Bautista. Las figuras, situadas sobre un fondo oscuro, poseen un movimiento ingenuo y sencillo, siendo el dibujo de muy modesta calidad.

La Muerte de San José se encuentra firmado y fechado, disimuladamente, en un pequeño papel situado en el suelo de la estancia, junto al supuesto retrato de Antonio López: “Diego diez de ferreras, faciebat año 1668”. La pintura nos muestra los últimos momentos de vida de San José, el cual se encuentra postrado en una cama. Jesús, situado a un lado de la cama, le agarra con una mano una de las suyas, mientras que con la otra intenta reposar la cabeza del santo en la almohada, signo de que acababa de fallecer. La Virgen llora desconsoladamente al pie del lecho, en actitud convencional, siendo muy desafortunada la expresión de tristeza y llanto de su rostro. En la parte superior, el cielo, se provoca un rompimiento de gloria con Dios Padre, el Espíritu Santo y una legión de pequeños angelillos, uno de los cuales sujeta unas flores, mientras que otro junta las manos en signo de oración. Al lado de la cama del santo parece que Díez Ferreras ha querido ensayar un pequeño bodegón, colocando un jarrón con flores, que recuerda lejanamente los pintados por Diego Valentín Díaz para el Colegio de Niñas Huérfanas En la parte inferior del cuadro, en el extremo izquierdo figura el retrato del donante, Antonio López, en actitud orante. Viste traje negro y golilla. Será la primera vez que comprobemos las buenas actitudes que poseía Diego Díez Ferreras para el retrato, siendo, posiblemente, uno de los pocos aspectos en los que destacara.


BIBLIOGRAFÍA
  • GARCÍA CHICO, Esteban: Valladolid: Papeletas de Historia y Arte, Gráficas Andrés Martín, Valladolid, 1958.
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIV. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (1ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985.
  • ORDUÑA REBOLLO, Enrique: Cofradías y sociedad urbana: la ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid (1563-2002), Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2003.

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