miércoles, 16 de marzo de 2016

SEMANA SANTA EN VALLADOLID: Las Vírgenes de la Soledad de las cofradías penitenciales


Antiguamente en las procesiones de Semana Santa de Valladolid desfilaban Vírgenes de la Soledad. Eran estas de bastidor, es decir de vestir, estando tan solo talladas las manos y la cara. El imaginario colectivo ha querido que este tipo de representaciones se asocien exclusivamente a Andalucía, pero no es así; de hecho en Valladolid (tanto ciudad como provincia) existen, y existieron, muchas esculturas de vestir, fundamentalmente Vírgenes de la Soledad y Nazarenos; mientras que las primeras solo tenían talladas las manos y la cara, los Nazarenos podían ir vestidos con una túnica postiza pero el cuerpo estaba perfectamente esculpido, las túnicas eran tan solo para darle mayor realismo. Si quereis profundizar en este tema de la Soledad os recomiendo encarecidamente que visiteis: Nuestra Señora de la Soledad en Valladolid
De las cinco penitenciales históricas vallisoletanas tenemos constancia que poseyeron su Virgen de la Soledad al menos cuatro, las cuales aún se conservan. Estas son Jesús Nazareno, Piedad, Vera Cruz y Angustias; desconozco si también la poseyó la Cofradía de la Pasión, creo que no. Algunas de ellas tuvieron función procesional, de hecho desfilaban con su cofradía en la procesión titular de la misma, estamos hablando de los tiempos anteriores a la restauración de Gandásegui. Tenemos constancia de que al menos así lo hicieron las de la Vera Cruz y la Piedad, desconozco si también salieron en procesión de Semana Santa tanto la de las Angustias como la del Nazareno.

GASPAR BECERRA. Virgen de la Soledad (1565) cuando se encontraba en la iglesia de San Andrés de Madrid
Antes de hablar de ellas vamos explicar la génesis de este tipo de representación. La presente advocación, conocida en el ámbito madrileño como “Virgen de la Paloma”, efigia uno de los casos más claros de influencia de la pintura sobre la escultura. Aunque copia un lienzo, esta escultura fue “el inicio de una nueva tipología de imagen mariana”. El modelo escultórico primigenio fue realizado por el genial artista baezano Gaspar Becerra. En 1565 la reina Isabel de Valois encarga a Becerra la ejecución de una imagen en bulto redondo de la Virgen de la Soledad. El propio artista debía de encargarse también de la policromía. Una vez finalizada, la soberana regaló esta valiosísima y devotísima imagen al madrileño Convento de Nuestra Señora de la Victoria, de padres mínimos. La relación de la reina con este cenobio fue muy estrecha ya que su devoción por San Francisco de Paula le llevó a patrocinar su construcción. Tras la Desamortización, la Virgen pasó a la famosa capilla de San Isidro de la iglesia de San Andrés, lugar en el que ardió pasto de las llamas en 1936 a consecuencia de un incendio.
El deseo de la reina al solicitar este encargo fue el de poseer una “copia escultórica” de un cuadro de la Virgen de la Soledad y Angustias que había traído desde Francia y que conservaba en su oratorio. El proceso de elaboración llevado a cabo por Becerra fue arduo y prolongado. Relata Sánchez de Madariaga que “tardó un año en sacar una primera cabeza, que no satisfizo a nadie. No fue hasta el tercer intento, tras tener un sueño en el que una persona –no sabía si hombre o mujer– le decía que despertara, fuera a la chimenea, matase el fuego de un tronco de roble que se estaba quemando y lo preparase, porque de él sacaría la Imagen que deseaba, cuando finalmente realizó la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Becerra tuvo el caso “por milagroso, y cosa de revelación”. La imagen se concibió para ser vestidera y, efectivamente así se hizo, se le pusieron las ropas de la Condesa viuda de Urueña, Camarera mayor de la Reina.

FRAY MATÍAS DE IRALA. Detalle del grabado del retablo mayor del Convento de la Victoria de Madrid en el que se puede ver a Gaspar Becerra esculpiendo a la Virgen de la Soledad (1726)
La milagrosa escultura recibió grandes vítores y elogios, siendo uno de los más exagerados el pronunciado por Palomino, el cual al hablar sobre Becerra en su conocido Parnaso español, pintoresco y laureado comentaba que “la más heroica obra suya de escultura, y corona de sus estudios, fue la que hizo por mandato de la Serenísima Reina de España doña Isabel de Valois (llamada de la Paz) que es la imagen de Nuestra Señora de la Soledad”. Para Arias Martínez llama la atención tan desmesurado elogio dado que se trataba de una “sencilla imagen de vestir, donde no era posible mostrar sutiles habilidades técnicas, y que sólo se puede explicar al rodearse su ejecución de misterio y de intervención sobrenatural, para llevar a cabo una verdadera imagen sagrada, que trascendía cualquier planteamiento estético”.
Las imágenes de vestir son tan antiguas como las de talla, aunque su mantenimiento genera un mayor gasto por las continuas renovaciones del vestuario y sus complementos. El uso de elementos postizos añadidos a las tallas se emplea desde época gótica, aunque su mayor profusión se alcanzó en el periodo barroco. Como señala Marta Sánchez Marcos, el “devoto instinto de adornar con mantos, y aún con vestidos, las imágenes religiosas es antiquísimo, anterior al mismo cristianismo. Baste recordar el cortejo panatenaico de Atenas donde una procesión de caballeros se dirigía al Partenón, para ofrecer a la diosa su nuevo peplos o túnica sagrada. Pero es en el siglo XII cuando se tienen noticias de colocaciones de coronas sobre la imagen de la Virgen. Se documentan por inventarios de tesoros, donaciones de mantos y joyas a las imágenes de devoción desde el siglo XIII. Hay imágenes que fueron creadas desde su encargo para ser vestidas, mientras que hay otras que fruto de la devoción popular fueron vestidas para procesionarlas. Así ocurrió con la Virgen de San Lorenzo, patrona de Valladolid, de la cual tenemos documentado, por ejemplo, que en 1561 el cabildo de la colegiata le regala un manto y traje de damasco azul bordados en oro. Como señala Hernández Redondo, al hablar de las imágenes de vestir, actualmente se las asocia solo con Andalucía y ello “ha dado lugar a que se incurriera en el error de afirmar que la escultura de vestir es un procedimiento ajeno por completo a la escultura procesional castellana”. En Valladolid existen diferentes Vírgenes de vestir, así podemos ver Soledades de este tipo en las iglesias de San Andrés, el Salvador o la Magdalena.

Virgen de la Soledad de la iglesia de San Andrés
Virgen de la Soledad de la iglesia de Santa María Magdalena
La popularidad de esta iconografía creada por Becerra llegó a tal punto que se realizaron infinidad de pinturas por toda España, en Valladolid contamos con bastantes ejemplares, que copiaban fielmente a la Virgen madrileña, si bien por lo general suelen ser obra de pintores bastante modestos, aunque hay honrosas excepciones. La mayor parte de estos cuadros se encuentran en las clausuras monacales. Por descartar prolijidad podemos aludir a la conservada en la clausura del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana o la que se halla en el presbiterio de la iglesia parroquial de Serrada (Valladolid).

Virgen de la Soledad del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana
Virgen de la Soledad de la iglesia parroquial de Serrada (Valladolid)
Pero no acaba todo aquí puesto que también se llegaron a fabricar un buen número de esculturas de la Virgen de la Soledad, según el modo de Becerra, en madera policromada de bulto redondo; es decir, con el manto y las ropas esculpidas. En Valladolid se conservan numerosos ejemplares de diferentes tamaños. Las hay pequeñas, casos de la conservada en el Monasterio de Sancti Spiritus o en el relicario de la iglesia de San Miguel y San Julián; pero también las hay de tamaño casi natural, como la que se encuentra en el relicario del Convento de Porta Coeli, escultura que procede en origen del desaparecido Convento de las Lauras, en cuyo cenobio ocupaba uno de los altares laterales de la iglesia. Respecto a esta última escultura, que seguramente fue tallada por Juan de Ávila hacia 1697-1700, hay que destacar que existe otra Virgen casi idéntica, aunque de mejor calidad, en la iglesia de San Martín de la ciudad de León. Esta imagen leonesa fue realizada en 1682 por el concuñado de Juan de Ávila, el escultor Juan Antonio de la Peña, para la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que estaba radicada en la citada iglesia. Ambas esculturas siguen la misma disposición: la Virgen arrodillada y ataviada como una viuda según el referido modelo. Este estado civil lleva a que la imagen posea una bicromía blanco (túnica) – negro (manto) realizada a pulimento. La blancura del rostro torna casi en palidez. Las manos entrelazadas a la altura del pecho. La cabeza mira hacia el suelo.

ANÓNIMO. Virgen de la Soledad (h. 1700. Iglesia de San Miguel y San Julián. Valladolid)

JUAN DE ÁVILA (atrib.). Virgen de la Soledad (h. 1697-1700. Convento de Porta Coeli. Valladolid)
JUAN ANTONIO DE LA PEÑA. Virgen de la Soledad (1682. Iglesia de San Martín. León)
A continuación pasaremos a analizar brevemente cada una de las esculturas:

COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD
Desde hace tiempo se viene pensando que la Virgen de la Soledad que fue propiedad de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad es la conservada en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en pleno barrio de las Delicias. Esta Virgen (162 cms.) parece que fue realizada hacia el año 1600 por el desconocido Pedro Gómez Osorio, del cual no poseemos ninguna otra noticia ni obra con la que poder relacionarle. Tampoco sabemos si fue escultor, o si incluso no fue el comitente que encargó la obra.
Esta imagen, que desfilaba en última posición dentro de la planta procesional de la cofradía, fue trasladada en 1789, a raíz de la demolición del templo penitencial de la cofradía, a la iglesia del Salvador. Allí estuvo colocada “en donde estuvo Nuestra Señora de la Valvanera al pie de San Francisco de Paula”. Posteriormente pasó a la iglesia de San Antón, en donde fue situada en la pared de enfrente a la sacristía de la capilla del Santísimo Cristo de Burgos (el realizado por Esteban Jordán y que actualmente se encuentra en el Santuario Nacional). Al ser derribada ésta fue trasladada a su actual lugar de culto de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Como vemos, los bienes y pasos procesionales de la Cofradía de la Piedad quedaron muy dispersos. Ojalá en un futuro cercano pueda volver a poseerlos.
Actualmente esta Virgen de la Soledad, aunque con la advocación de “Virgen de los Dolores”, es una de las imágenes titulares de la Cofradía de la Exaltación de la Cruz y Nuestra Señora de los Dolores, y la acompaña en la que es la primera procesión de la Semana Santa vallisoletana, la del Vía Crucis celebrado por las calles del barrio de las Delicias en la noche del Viernes de Dolores.


COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS
Poco sabemos de esta imagen (140 cms.), aparte de que fue realizada en el siglo XVII. Actualmente se encuentra colocada en la capilla del Cristo de los Carboneros. Tiene el rostro surcado por lágrimas. Viste manto negro con bordados en oro y toca blanca, y agarra en sus manos un pañuelo. Como ya dije, no sé si llegó a salir en procesión.


COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ
La Virgen de la Soledad (160 cms.) de la Cofradía de la Vera Cruz ocupa un retablo del tercio central del siglo XVII, en cuyo ático figura una pintura de la Santa Faz, situado en la última capilla del lado de la Epístola. La Virgen aparece con las manos juntas. Ojos de cristal y lágrimas pintadas. Manto negro y vestido blanco. Parece obra del siglo XVII, quizás de la misma época que el retablo. Ha salido en la Procesión de Regla de la Cofradía hasta no hace muchos años.


COFRADÍA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
La Virgen de la Soledad de la Cofradía de N. P. Jesús Nazareno, que está puesta bajo la advocación del “Sacro Monte Calvario”, preside un retablo “Yacente-Dolorosa” realizado por el ensamblador Juan Correas, según la traza presentada por el artífice el mismo gremio José Díaz de Mata. Aunque contratado en 1718, su finalización se demoró hasta febrero de 1723, ya que en los días 23 y 24 de febrero de ese mes se “colocó a esta soberana Señora en su nuevo retablo que más parece de oro que dorado”.
La Virgen de la Soledad había sido donada en 1706 por los cofrades Antonio de Jesús y José con el propósito de colocarla en el cuerpo de la iglesia, quizás sobre una simple mesa de altar. Desconocemos el autor de la escultura, así como la fecha de su ejecución, que sería inmediatamente anterior a su donación. Es casi seguro que la imagen fue realizada por José de Rozas o Juan Antonio de la Peña debido a las concomitancias que posee el rostro de la Virgen con sus respectivos estilos. Además, ambos artífices habían estado unidos laboralmente a la cofradía: Juan Antonio de la Peña había tallado hacía ya unos años el Santísimo Cristo de la Agonía, mientras que José de Rozas acababa de finalizar la parte escultórica que le correspondía del desaparecido retablo mayor de la iglesia penitencial.

La gran veneración que se la tuvo desde el principio hizo que muy poco tiempo después se formara una Hermandad bajo su amparo. Relata Canesi al respecto que “en el año de 1722 se instituyó aquí otra cofradía con el título del Santo Monte Calvario y esclavos de María Santísima en su Soledad, con breve del Papa Benedicto Décimo Tercio que la concedió muchas indulgencias”. Como dijimos, el nuevo retablo para la Virgen se acabó en el año 1723 ya que los días 23 y 24 de febrero se “colocó a esta soberana Señora en su nuevo retablo que más parece de oro que dorado y con amantes finezas de fuegos, sermón y misa, estando patente el santísimo demostraron sus individuos su cordial devoción que cada día se va aumentando más, pues en el de 30 y siguiente fue dorado éste y otro que está en correspondencia en el cuerpo de la iglesia y en 1 de abril de 31 volvió esta cofradía a colocar a María Santísima de la Soledad en su trono”. La devoción a la Virgen de la Soledad llegó a tal punto que en 1780 el Papa Pío VI le concedió el título de altar privilegiado un día a la semana, el sábado, aplicable a las almas de los cofrades difuntos. Se trata de una imagen de bastidor, únicamente se encuentran talladas las manos y el rostro. Viste a la usanza de las viudas de la época, con manto de terciopelo negro con bordados, aunque en su fiesta se la engalana con ropas blancas. Corona de plata.
Fotografía tomada de https://www.facebook.com/JesusNazarenoValladolid/
Fotografía tomada de https://www.facebook.com/JesusNazarenoValladolid/

COFRADÍA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR (V.O.T.)
Me gustaría finalmente señalar un último caso, si bien no es comparable a los anteriores por cuanto la Virgen de la Soledad no es de la cofradía y además su uso procesional es muy reciente, apenas un lustro. Se trata de la Cofradía de la Orden Franciscana Seglar, la cual en el año 2011 decide sacar en procesión la Virgen de la Soledad del Convento de Santa Isabel. Al parecer, en origen pudo pertenecer al desaparecido convento franciscano de San Diego. Aunque se trata de una obra anónima, está claro que su ejecución correría a cargo de algún buen escultor vallisoletano del último cuarto del siglo XVII o primeros años del XVIII, estoy pensando en Juan de Ávila y en Juan Antonio de la Peña.
Se trata de una imagen fantástica, posiblemente la más bella y perfecta de las cinco Soledades reseñadas. Asimismo, es la más exquisita de todas las conservadas en la ciudad. Para mi gusto es la que posee unas vestimentas y adornos de plata más primorosos. Su cabeza mira hacia abajo, ligeramente girada hacia la derecha y con la mirada ausente, como ensimismada; los ojos son de cristal con pestañas de pelo natural (de tejón), y de ellos surgen lágrimas, cuatro hacia la mejilla, dos a cada lado de la cara. La policromía es pálida y tiende a la redondez; la boca está cerrada como conteniendo dolor, es pequeña y de finos labios. Las manos están unidas con los dedos entrelazados y en posición de plegaria. Lleva una diadema de plata en la cabeza con estrellas. En el pecheril de encaje blanco lleva un corazón de plata atravesado por siete cuchillos. Su antigua saya de satén blanco con un bordado de los atributos de la pasión en la falda.


BIBLIOGRAFÍA
  • ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: “La copia más sagrada. La escultura vestidera de la Virgen de la Soledad de Gaspar Becerra y la presencia del artista en el convento de Mínimos de la Victoria de Madrid”, B.R.A.C., Tomo XLVI, 2011, p. 33.
  • GARCÍA MARTÍN, Enrique: Las cofradías y el arte de Valladolid (siglos XVI-XVIII) [Tesis doctoral], Universidad de Valladolid, Valladolid, 1992.
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: El arte en las clausuras de los conventos de monjas de Valladolid (exposición), Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 1983.
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo XIV. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (1ª parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1985.
  • SÁNCHEZ DE MADARIAGA, Elena: “La Virgen de la Soledad. La difusión de un culto en el Madrid barroco”. En CARLOS VARONA, María Cruz, CIVIL, Pierre, PEREDA ESPESO, Felipe y VICENT-CASSY, Cécile (coord.): La imagen religiosa en la Monarquía hispánica, Casa de Velázquez, Madrid, 2008, pp. 219-220.
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús: “La biografía al servicio del conocimiento artístico. El escultor Juan Antonio de la Peña”. B.R.A.C., Tomo XLII, Valladolid, 2007, pp. 43-56.
  • VV.AA.: Pequeñas imágenes de la Pasión en Valladolid [exposición abril-mayo 1987 Palacio de Villena], Ministerio de Cultura, Madrid, 1987.

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